A las 11:00 de la noche de este 15 de septiembre se cumplirán 15 años de que se cometió el primer ataque terrorista en la historia de nuestro país, al lanzarse 2 granadas de fragmentación en pleno festejo del Grito de Independencia.
Un artefacto fue lanzado en la plaza Melchor Ocampo de Morelia, y otra sobre la avenida Madero en el cruce con Andrés Quintana Roo, mientras el entonces gobernador perredista, Leonel Godoy Rangel hacía sonar la campana de Dolores.
Rocío había acudido en familia, las esquirlas de la granada se incrustaron en su mano, entraron por la pelvis y en el cuello; sin embargo, su hijo Uriel de 13 años y su mamá se habían colocado al frente del grupo, y lamentablemente recibieron el mayor impacto de la explosión.

La última imagen de su hijo vivo que guarda en la memoria, es la del niño cuidando a su abuelita.
“Yo lo alcanzaba a ver sentadito porque estaba dañado por sus piernitas y veía a mi mamá tirada en el piso y le acariciaba la cabeza, veía sus ojitos, su carita, así como de, qué está pasando, por qué no llega la ayuda”.
Tras 8 días en terapia intensiva conoció que ambos habían perdido la vía.
“Estaba yo en terapia intensiva, 8 días después del evento y cuando los doctores consideraron que estaba estable fue cuando me dieron la noticia de que mi mamá había fallecido al día siguiente y el niño había fallecido ese día en la mañana”.
Hugo Michel tenía apenas 14 años cuando ocurrió el granadazo y 3 lustros después aún requiere apoyo psicológico por las afectaciones que tiene; perdió el 40% de la visión en uno de los ojos donde se incrustó una esquirla, además de que tiene varias en el pie derecho.

“Yo les digo que nuestro grupo fue de los más afectados, porque éramos 12 personas, éramos 7 familiares y 5 amigos, y todos salieron lesionados afectados, entre ellos, la señora Rita, que ya no hará acto en la ceremonia porque perdió la vida por insuficiencia renal y ya no estará con nosotros”.
Hugo es uno de los 17 beneficiados con viviendas que se les otorgaron durante la administración de Silvano Aureoles Conejo; pero para llegar a ellas, deben transitar por caminos en deplorables condiciones hasta la Segunda Etapa de la Nueva Aldea en Morelia.
Sin embargo, tener una casa propia les ha dado alguna esperanza de vida, sin importar su tamaño o las dificultades que les implica la distancia del centro urbano o que deben acudir a sus consultas de manera constante.
“La casita lo tiene todo, tiene todo para vivir pero sí ocupamos una ayudadita, sí se han suscitado robos y se ocupa hacerles mejora, tenemos unos tinacos pequeños y platicábamos con el presidente antier y le expusimos este tema y le pedimos ayuda para hacer mejoras en la vivienda”
A unos metros de Hugo, viven Marisela y la señora Tere, también afectadas durante el atentado, pero en el cruce con Andrés Quintana Roo, donde explotó la segunda granada.
Recuerdan que huyeron hacia esa zona cuando vieron a lo lejos el desconcierto que había generado una explosión en el centro; pensaron que había estallado una patrulla que estaba cerca, pero era la onda expansiva que había causado el artefacto.
Las esquirlas se incrustaron en su mano derecha de Marisela, pero no se percató por la preocupación que tenía ante la gravedad de su madre, Tere, a quien la esquirla se le incrustó en la yugular y aún vive con ella.

Hasta el día siguiente vio que su mano se ponía negra y requirió como un mes de tratamiento médico para estabilizarla, al momento requiere medicamentos que no le son proporcionados en el sector público.
“No se olvida, de hecho se llegan estas fechas y yo que tomo medicamentos, en esta fecha me aumentan la dosis de todo, vamos superándolo y se llega la fecha y te da el bajón. Yo me lo costeo, el medicamento que me dan no está en el cuadro básico. Al menos cerca de 8 mil pesos”.
Tere García Márquez, recibió la esquirla en el cuello, justo en la yugular, por lo que empezó a desangrarse, tras una semana hospitalizada comenzó a mejorar, pero nunca lograron sacar el metal de su cuerpo, ante el riesgo que representa para su salud.
“Tu esquirla sigue entre la yugular y las arterias, no podemos hacerle nada. Ahí la tengo, la siento, ahorita que traigo gripa y tos, me duele hasta el oído.”
Para Tere, lo ocurrido “jamás se olvida” y a diario hay algo que les recuerda lo ocurrido, ya sea los efectos del medicamento que debe costear con su pensión o el dolor que generan las esquirlas.

“No hay, aunque uno lleve su receta no lo hay”.
Tras prácticamente 2 años en el cargo, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla no se ha reunido directamente con este grupo de personas, que cargan el dolor de su pérdida a cuestas y los recuerdos; aseguran que han tenido buen trato porque envía a sus funcionarios a atenderlos, pero para Rocío mejor sería un abrazo y el que muestre interés por ellos.
“A lo mejor no es nada más la foto, ¿cómo estás?, a lo mejor no pido que se sepan mi nombre, pero ¿cómo estás? ¿en qué te puedo ayudar? Y el hecho de un abrazo, híjole, dice muchas palabras, un abrazo sincero dice muchas palabras”.
De acuerdo a las cifras oficiales, 8 personas fallecieron y más de 100 fueron reportadas heridas tras el atentado del 2008.