Apatzingán, Mich.,.— A sólo dos días del asesinato de Bernardo Bravo, líder del sector limonero en Apatzingán, el Tianguis Limonero, que en su momento fue uno de los principales centros de comercialización de cítricos en la región, luce desolado.
Una manta con la leyenda “limoneros en crisis” recibe a los visitantes a la entrada del recinto, símbolo de la incertidumbre y el temor que prevalece entre los productores. Las oficinas donde despachaba el dirigente permanecen abiertas, como un gesto simbólico, porque dicen “así lo hubiera querido Bernardo”.

El ambiente es de silencio y precaución. Los pocos productores que aún acuden al lugar evitan hablar del tema; piden no ser grabados ni fotografiados, temerosos de que sus rostros o vehículos sean identificados. La desconfianza es palpable y el miedo domina el ambiente.

Aunque algunos atribuyen la baja afluencia de este día a las festividades por el desfile cívico y la conmemoración de la promulgación de la Constitución de 1814, otros reconocen que la violencia y la inseguridad han paralizado el comercio. Elementos de la Guardia Civil y del Ejército Mexicano mantienen presencia constante en el área, revisando accesos y resguardando las instalaciones.
“Mantenemos las puertas abiertas porque así le hubiera gustado a Bernardo Bravo”, recuerdan en el tianguis, al referir a las oficinas que lucen abiertas como homenaje al dirigente asesinado.

El espacio que durante años concentró la venta y distribución del limón michoacano hoy refleja una profunda crisis económica y social. En días recientes, productores habían denunciado la caída del precio del limón y los cobros de piso y extorsiones que afectaban al sector, hechos que Bernardo Bravo denunció públicamente antes de su muerte.

Hoy, el Tianguis Limonero permanece bajo resguardo militar, entre el silencio, la desolación y el miedo que dejaron los últimos acontecimientos.