El Día de las Madres es, tradicionalmente, una fecha en la que las familias se reúnen en casa o en algún espacio especial para celebrar a la matriarca en vida, como muestra de amor y reconocimiento.
Sin embargo, también hay quienes acuden a los panteones para compartir un momento con las madres que ya no están físicamente con ellos.
Además del 1 y 2 de noviembre, el 10 de mayo es un día de gran afluencia en el Panteón Municipal. Serapia López Barrera, de 78 años, asiste junto a su esposo a la tumba de su madre, Adelfina Barrera, llevando flores, una escoba para limpiar el polvo y una tina para lavar la loza.
Su mayor recuerdo son los viajes en tren a la Ciudad de México con su mamá, una experiencia única en su vida.
“Ay… mi madre… La extraño. Cada vez que es Día de las Madres me acuerdo de ella. Es imposible olvidarla. Dios se la llevó y ni modo. No se me olvida, y de todos modos vengo a verla. Tengo consuelo. Siento que vengo a verla y la veo viva.”
Alicia Ruiz Jacobo y su esposo, Enrique Rodríguez Reyes, buscaban un árbol que los guiara a su destino. Los acompañamos en un breve recorrido entre lápidas y raíces hasta llegar al lugar donde reposa su madre, Consuelo Jacobo Pérez.
Mientras arreglaban los floreros, limpiaban las hojas secas y cambiaban el agua, recordaron la comida de doña Consuelo y su hospitalidad.
“Representa muchas cosas. Muchos recuerdos. Recuerdos de cuando ella estaba en vida. Yo me cuento como uno de los primeros yernos que tuvo, y tengo muchos recuerdos de cuando convivíamos en la casa, las comidas… todo eso.”
Al final de este recorrido, conocimos a la señora Esperanza González Torres, quien, junto a su hermano, visitó el espacio donde descansa su madre, Maximina Torres. Para ellos, acudir al panteón es una manera de mantener su presencia viva.
“Venimos en fechas importantes y cuando tenemos ganas de platicar, recordar… Cada uno viene por su lado. Pero, por ejemplo, cada 10 de mayo y 2 de noviembre procuramos venir más de uno. Por los trabajos y los tiempos, no siempre coincidimos todos.”
Hombres y mujeres coincidieron en un consejo: amar, demostrar y estar presentes con la madre como nunca, hasta que la vida lo permita