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Nudos de la vida común. Sabia virtud

Última parte

Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo.

  • Proverbio árabe

La mente es una experimentada vagabunda.Pasamos nuestra vida en el espacio que crean nuestros pensamientos y en ocasiones, eso nos provoca extraviarnos en el tiempo.

Sin duda, tener una visión de futuro nos ayuda a darle rumbo a nuestras vidas y nos trae luz a las decisiones cotidianas. Sin embargo, mantener constantemente nuestros pensamientos en el futuro puede generarnos angustia y ansiedad.  De la misma manera, ocupar nuestra energía mental en lo ya vivido, nos puede confinar en un lugar que ya no existe, por bueno o malo que haya sido. En ambos casos nos distraemos de lo que es real aquí y ahora, con el riesgo de que la vida se nos escape entre sueños y pesadillas.

El futuro puede convertirse en una obsesión. A ello le abona de manera crítica la vida laboral. En el trabajo, se vive un constante “lo que sigue”. Permanentemente, se está luchando por alcanzar una meta, por atender al siguiente cliente, por atajar el próximo reto, por concluir la consecuente tarea, por lanzar la innovación que sigue, por completar la cercana o lejana quincena, por evitar la siguiente llamada de atención y por supuesto, por hacer  los planes para la hora de salida o las vacaciones que en algún momento llegarán.  Es curioso cómo este tipo de estresores absorben nuestra energía, talento y concentración de manera que entorpecen nuestras actividades y deberes cotidianos, creando un círculo vicioso entre la frustración y el fracaso.

Nuestras personalidades también pueden hacernos presas del futuro en forma de miedo. Nuestra historia de vida, el contexto en que crecimos y las particulares maneras de conducirse de nuestros cuidadores durante nuestra infancia y adolescencia, son fuentes de introyección de una constante evaluación de lo que puede ir mal en cada situación y las consecuencias que nos podrían acarrear.

Así pues, no es fortuito que los niveles de ansiedad sean tan altos en la sociedad contemporánea.  En esta etapa histórica en que la comunicación se ha vuelto protagonista, el bombardeo de información de lo que ocurre en el entorno ya no se constriñe al noticiero matutino o nocturno, sino que lo recibimos cada vez que abrimos una red social. Por alguna razón, – quizás el morbo en la naturaleza humana -, la velocidad y amplitud de diseminación de lo negativo son mucho más grandes que de lo positivo, lo cual alimenta estos miedos de lo que podría suceder, pero que nuestra mente y cuerpo experimentan como si ya estuviera aconteciendo.

Lo mismo ocurre con el pasado. Hay personas que se niegan a aceptar el paso del tiempo, y se anclan en un momento pretérito en que experimentaron gozo y alegría, y a partir de ello, definen su vida.  Regresan una y otra vez a ese punto en su línea temporal, rememorándolo continuamente  en sus conversaciones, en sus fotos de perfil y tomándolo como métrica para evaluar su calidad de vida presente. Esto nos puede hacer caer en una trampa que es un falso refugio para evadir el tiempo actual y tomar responsabilidad por nuestra vida.

O por el contrario, errores e infortunios del pasado pueden crear un efecto invernadero que agobian nuestras mentes, nos sumergen en la culpa y el remordimiento y nublan nuestra vista al momento actual. Ni resolvemos y enmendamos lo sucedido ni nos permitimos gozar de las nuevas oportunidades que rondan nuestro presente.

Ser consciente del tiempo es una virtud. Soñar el futuro es una referencia para construirlo, pero la herramienta es la acción en presente. Recordar el pasado significa “pasarlo nuevamente por el corazón”, pero es solo eso, pasarlo y darle un nuevo sentido, honrarlo y dejarlo ir, quedándonos con la lección aprendida que nos permita vivir el presente con consciencia.  No estemos donde no estamos. Permanezcamos en la plenitud de lo real, donde si enfocamos con precisión nuestra mente en el presente, descubriremos que el transcurso de nuestra existencia es un camino construido de altas y bajas,  y que al asumir esta realidad, el aquí y el ahora es el único lugar para la felicidad.

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