Por orden del juez Ariel Montoya Romero, el responsable del feminicidio de Jessica González Villaseñor, fue trasladado a la sala de oralidad número 16 de los juzgados de Mil Cumbres para escuchar su fallo final; vestido con camisa blanca y pantalón beige, Diego Urik Mañón Melgoza fue condenado a la pena máxima de 50 años de cárcel, por el crimen que cometió el 21 de septiembre del 2020.
Sin la presencia de sus padres y acompañado por uno solo de sus abogados, también fue condenado a pagar la reparación del daño a la familia de la joven, calculada en 1 millón 246 mil 986 pesos, de los cuales, 14 mil 786 se consideran de gastos funerarios y 1 millón 232 mil 200 pesos de indemnización.
En poco menos de 40 minutos, el juzgador expuso sus argumentos. Temprana hora, había escuchado los alegatos finales de la Fiscalía General del Estado que pidió la pena máxima al considerar que la conducta de Diego fue dolosa, por la cantidad, magnitud y saña de las lesiones que le causó a Jessica, hasta producirle la muerte.
En contraparte, la defensa del acusado pidió la pena mínima, al señalar que no había sido sentenciado antes por homicidio doloso y que, a sus 18 años, tenía una vida por delante como estudiante y deportista.
Ante una sala nutrida de familiares y periodistas, el juez afirmó que la conducta de Diego fue dolosa, consciente de su superioridad física ante Jessica, al señalar que tras recogerla en su domicilio particular la condujo hacia una zona boscosa y alejada del fraccionamiento donde habitaba para dejarla sin posibilidad de defenderse, ahí la joven perdería la vida por 31 golpes.
Señaló que al extinguir la vida de la joven maestra, se afectó no solo este bien jurídico, sino su proyecto como persona, ya que le impidió su realización como una profesionista con aptitudes y potencialidades, que apenas tenía 3 quincenas frente a grupo en una primaria de Salvatierra, Guanajuato.
El juez recordó que Diego abandonó el cuerpo de Jessica y lo expuso semidesnudo a la fauna carroñera, lo que dejó en evidencia que no la veía como una persona, sino que la cosificaba, que “no era nadie”, por eso consideraba que sus amigos no reparaban de su existencia y se atrevió a colocarla en la cajuela de su coche para ocultar su delito.
La saña con que cometió el crimen confirmó que le arrebató la vida por su condición de mujer, en un hecho máximo de violencia de género, del que el joven tenía plena consciencia.
Para Ariel Montoya, con 18 años cumplidos, Diego Urik era plenamente responsable y consciente de sus actos, mientras que Jessica se sentía confiada por la relación íntima que guardaban y en un entorno seguro a su lado, por lo que nunca previó lo que ocurriría, pero resultó traicionada.
Otra circunstancia que agravó la culpabilidad del joven homicida, fue el promover el ocultamiento del cuerpo, ya que lo dejó en el abandono 4 días después del crimen, pese a conocer que sus padres la buscaban y que los dejaba en una situación de zozobra.
De acuerdo a la exposición del juzgador, diego tampoco era respetuoso de las reglas, y los testimonios del personal de seguridad del fraccionamiento lo acreditaron, tras señalar que varias ocasiones lo habían reconvenido por mantener relaciones sexuales en la vía pública o al interior de vehículos.
Con todo esto, el juez acreditó el grado máximo de culpabilidad para Diego Urik Mañón Melgoza y le dictó una sentencia de 50 años de prisión, al señalar que esta comenzará a correr desde septiembre del 2020, en la fecha que el joven fue detenido.
Sin embargo, consideró improcedente la petición de la Fiscalía, que solicitó que el joven no pudiera acceder a los beneficios del sistema penitenciario, al señalar que ese tema no es de su competencia.
En el caso de la reparación integral del daño, lo condenó a pagar un total de 14 mil 786 pesos por gastos funerarios y 1 millón 232 mil 200 pesos por indemnización.