Si algo me caracteriza como política, es que soy una mujer de palabra, que antepone el diálogo como medio de solución a los conflictos, en lugar de caer en insultos, faltas de respeto o actos violentos. Precisamente con el ánimo de mediar y sumar a los objetivos colectivos, comprobé una vez más que sí es posible conciliar visiones históricamente contrarias, privilegiando la fraternidad y respetando las diferencias.
El pasado domingo 25 de septiembre, en compañía de mi pareja y dos de mis camaradas de lucha que más me han motivado a seguir cultivando acciones en defensa de los derechos humanos de la población LGBTIQ+, aún pese a las adversidades y temores, nos reunimos con el Arzobispo de Morelia, monseñor Carlos Garfias Merlos, encuentro en el que pudimos expresar el afecto que sentimos hacia la religión que nos inculcaron desde la infancia en nuestros hogares.
Le compartí que durante mi infancia y adolescencia participé activamente en la comunidad católica de mi pueblo, Paracho, donde fui acólita e integrante del coro Emmanuel de música sacra; sin embargo, al descubrir y reafirmar mi orientación sexual, lejos de observar aceptación y respeto, sentí el juicio y rechazo de esta comunidad religiosa que es parte importante en mi vida, mismo que han sentido muchas otras personas más.
Por primera vez, después de mucho tiempo, pude abrir mi corazón para decir con lágrimas en el rostro que he cargado una cruz por haber nacido con una orientación sexual diversa, por pensar que ser distinta era malo. Hoy, esa amarga sensación ha dejado de tener peso.
Diálogo necesario y franco
En ese ambiente de sinceridad, se dio la escucha empática y receptiva por parte de monseñor, a quien le reconozco la apertura y disposición ya que con su visión de unidad nos reiteró que la Iglesia Católica es plural y que las puertas siempre están abiertas para aquellas personas que busquen un acercamiento con Dios. Él también se sinceró y nos contó que al interior del catolicismo se busca la manera más adecuada de dar el acompañamiento pastoral a quienes pertenecemos a la diversidad sexual.
Nos propuso mantener un diálogo constante para trazar una ruta de acciones que ayuden a cumplir un mismo objetivo: el respeto y amor al prójimo.
La fe mueve montañas
Algo que me conmovió de este encuentro fue ver el llanto de tristeza y al mismo tiempo alegría de una gran amiga que es trabajadora sexual y mujer trans, al expresar las situaciones de discriminación que ha vivido dentro de la religión en la que cree y me removió aún más cuando dijo que pese a las adversidades, su fe la ha mantenido en el catolicismo.
Sigamos haciendo historia
Para que exista una verdadera revolución de conciencias, se requiere de mucho trabajo y esfuerzo, además de atreverse a romper con los esquemas sociales forjados a lo largo de los años. De esa manera, obtendremos como resultado la paz y el bienestar que todos buscamos para nuestra sociedad.
No es poco decir que logramos hacer la Primera marcha del orgullo P´urhepecha LGBTIQ+ en Paracho, y que quedan muchas luchas por afrontar y para librarlas necesitamos de la participación de toda la sociedad. Estamos haciendo historia nuevamente al tener un acercamiento abierto con una de las figuras más importantes de la Iglesia Católica, lo que sin duda alguna, envía un mensaje de unidad.