Hoy se reconoce fácilmente que, al populismo lo han utilizado, no como una ideología política, sino como un método para llegar al poder, acrecentarlo y mantenerse en él. Lo cierto es, que el populismo le ha servido igual a los de izquierda, que a los de derecha, a los conservadores y a los que se dicen comunistas, liberales, transformadores, etc; el populismo le ha sido útil a la familia Perón de Argentina, o a la familia priísta de México, y qué decir del venezolano, Hugo Chávez; fue su arma más letal.
La realidad es, que vivimos bajo un populismo que puede terminar siendo una dictadura; la línea entre el populismo y la dictadura es muy delgada y fácilmente se puede traspasar.
Es muy fácil reconocer nuestro populismo:
- Nuestro populismo enaltece el exclusivismo, es decir, existe el “nosotros” que somos los auténticos representantes del pueblo, y “los otros”, son los enemigos del pueblo.
- Nuestro populismo enaltece el caudillismo, es decir, cultiva el aprecio por un líder que es el gran intérprete de la voluntad del pueblo.
- Nuestro populismo enaltece el adanismo, es decir, la historia comienza con ellos, porque el pasado es una sucesión de fracasos, desencuentros y traiciones.
- Nuestro populismo enaltece el nacionalismo, es decir, prefiere una creencia que conduce al proteccionismo o al intervencionismo, para esparcir un sistema superior de organización.
- Nuestro populismo enaltece el estatismo, es decir, es la acción planificada del Estado y nunca es el crecimiento provocado por los empresarios, lo que alivia las necesidades del pueblo.
- Nuestro populismo enaltece el clientelismo, es decir, concibe generar millones de estómagos agradecidos, que se constituyen como su base de apoyo.
- Nuestro populismo desea centralizar todos los Poderes Públicos, es decir, se pretende que el caudillo controle al Poder Judicial y al Poder Legislativo; la separación de poderes procura ser ignorada.
- Nuestro populismo pretende controlar y manipular los agentes económicos, sobre todo el Banco Central, para que la economía camine como lo desea el caudillo.
- Nuestro populismo utiliza un doble lenguaje, es decir, la semántica es un campo de batalla y las palabras adquieren un significado diferente. Por ejemplo: libertad es igual a obediencia; lealtad, es igual a sumisión. Cualquier discrepancia, es igual a traición.
- Nuestro populismo desaparece cualquier idea de cordialidad cívica, es decir, utiliza un lenguaje de odio y preludia la agresión.
Este es nuestro populismo.
Este es el populismo de la Revolución Cubana, y palabras más, palabras menos, así lo recordó Carlos Alberto Montaner, en 2017.
Este es el populismo que caracterizó a la Cuba de Fidel Castro hasta nuestros días, y conocer lo que es nuestro populismo latinoamericano, nos dejará enseñanza.
* El autor es consultor, estudia la maestría en Comunicación, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.
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