A tres semanas de que se celebren los comicios en Michoacán, varios factores nos indican que Morena empieza a caer en el nerviosismo.
El principal, es que ese partido haya decidido recurrir a los servicios políticos del ex gobernador Jesús Reyna, un personaje que, por las cargas negativas que acumula, de ninguna manera puede garantizar apoyo ciudadano.
Reyna, junto con Leonel Godoy, otro cercano a Morena, pertenecen a una etapa michoacana que se caracterizó por la inestabilidad en todos los órdenes de gobierno, principalmente en el de la seguridad y la economía. Sacarlos del ostracismo ahora, cuando tanto se juega en el estado, es un síntoma de desesperación y la señal inequívoca de que el partido del presidente quiere ganar al costo que sea.
Basta consultar las hemerotecas de los diarios y la memoria colectiva de miles de michoacanos, para recordar esas épocas de dolor que tanta sangre y lágrimas nos costaron.
Miles de michoacanos aún recordamos que durante un largo tiempo hubo en Michoacán un desgobierno tal que provocó que la federación diera un manotazo y enviara un virrey para poner orden en los asuntos públicos, algo que se hizo, hay que decirlo, también de manera ofensiva para los ciudadanos.
Ya fuera por omisión o por participación, lo cierto es que los dos ex gobernadores cargan sobre sus espaldas una historia de violencia oficial que jamás podrán eludir, por más que hoy consideren que participar en Morena les garantiza un baño de pureza.
Nadie duda que Alfredo Ramírez Bedolla tenga buenas intenciones, pero recurrir a la ayuda de figuras que demostraron que no fueron capaces de mantener el rumbo del estado, es indicativo de que no es él quien controla los destinos de su campaña y que se busca a toda costa ganar la gubernatura, aunque con ellos se tenga que recurrir a alianzas poco recomendables.
Mucho se ha avanzado en los últimos años para tener una normalidad democrática en la entidad, y regresar ahora a una situación en la que todo aquello que nos afectó vuelva a resurgir es como darse un balazo en el pie. El votante tendrá la última palabra, pero hoy más que nunca es necesario votar con la memoria y evitar que, de ninguna manera, vuelvan al presente esos escenarios de ingobernabilidad que tanto daño nos hicieron en el pasado.