En los últimos meses hemos escuchado mucho sobre el virus que trae al mundo de cabeza y tal vez podemos asociar a todos los microbios con las enfermedades infecciosas, sin embargo, déjeme contarle que no todos son malos, puesto que, muchos de ellos los ocupamos para vivir (Rackatyte & Lynch, 2020).
No los podemos ver, habitan todo nuestro ecosistema, suelo, superficies incluso la pantalla o teclado del dispositivo que usted está utilizando para leer esta información. Son virus, bacterias, parásitos y hongos, los microbios más representativos que el ser humano ha conocido y ha estudiado desde el siglo XVIII. Los adquirimos desde nuestro nacimiento, los tenemos en la piel, en la boca, en nuestro intestino y en nuestros genitales, además, los podemos ingerir por ejemplo en un yogur (Rodriguez, y otros, 2015).
El proyecto del microbioma humano, nos ha enseñado que, la mayoría de ellos no son dañinos, en realidad del 100% de todos los microbios que habitan en nuestro planeta, aproximadamente sólo el 0.01% nos pueden causar una infección (Turnbaugh, y otros, 2007).
Es bueno que tengamos microbios en nuestro cuerpo. Para darle una idea sobre los beneficios que nos aportan, entre ellos se encuentran la protección en nuestra piel contra otros microbios que sí nos pueden causar daño, nos proporcionan nutrientes que nosotros no podemos formar dentro de nuestro cuerpo, además de que nos ayudan a modular nuestro sistema inmunológico (York, 2019), por mencionar unos cuantos ejemplos.
También debo decirle que son responsables de algunos fenómenos como las flatulencias, el olor de nuestra piel al momento de sudar, del aliento de nuestra boca y ayudan a producir el sebo que usted siente al tocarse el cuero cabelludo.
Es cierto que los más abundantes son las bacterias y los virus, mismos que debemos diferenciar por su forma y capacidad de causarnos daño, sin embargo, este tema lo abordaremos en la siguiente entrega donde nos enfocaremos en compartirle las principales diferencias entre ellos, además de ayudarle a entender por qué en muchas ocasiones una “gripa” no debe tratarse con antibióticos, y lo más importante, le daré razones para que usted no se automedique. Gracias por su tiempo, nos vemos en la próxima.
Referencias:
Rackatyte, E., & Lynch, S. V. (2020). The human microbiome in the 21st century. Nature Communications, 1 – 3. http://dx.doi.org/10.1038/s41467-020-18983-8
Rodriguez, J. M., Murphy, K., Stanon, C., Ross, R. P., Kober, O. I., Juge, N., . . . Collado, M. C. (2015). The composition of the gut microbiota throughout life, with an emphasis on early life. Microbial Ecology in Health and Disease, 1 – 17. http://dx.doi.org/10.3402/mehd.v26.26050
Turnbaugh, P. J., Ley, R. E., Hamady, M., Fraser-Liggett, C., Knight, R., & Gordon, J. (2007). The Human Microbiome Project. Nature, 804 – 810. http://dx.doi.org/10.1038/nature06244
York, A. (2019). Your microbiome is what you eat. Nature Reviews in Microbiology. http://dx.doi.org/10.1038/s41579-019-0287-1