María del Rosario Márquez Mejía, egresó con honores de la Escuela de Enfermería de la Universidad Michoacana; fue la primera en su generación al obtener las más altas calificaciones; su mamá Bertha la recuerda como una joven “alegre, que cantaba y reía todo el tiempo”.
Pero su voz se apagó la noche del 4 de noviembre del 2019; minutos después de las 6 de la tarde salió de su vivienda localizada en Santiago Undameo, en Morelia; avisó que iría a la panadería, pero fue la última vez que se le vio con vida.
Su cuerpo fue localizado 24 horas después sobre la brecha conocida como Paso del Muerto, en el tramo Acuitzio del Canje-Umécuaro. Tenía 15 lesiones, 3 de arma de fuego, murió a causa de los dos disparos que recibió en el cráneo, otra bala la impactó en el dorso; el resto fueron golpes, muchos por el arrastre, por “trato cruel”, según el recuento que realizó el juez de control, David Montoy Romero.
La audiencia intermedia de esta conducta que la Fiscalía del estado clasificó como feminicidio se realizó este miércoles. En presencia de la madre y hermano, así como amigas de Rosario, el juzgador declaró el auto de apertura del juicio oral, tras conocer y avalar la legalidad de las pruebas documentales, testimoniales y periciales que aportaron defensores y el Ministerio Público.
De cabello oscuro y trenzado, Ana Cristina fue señalada como presunta responsable del feminicidio. En constante conversación con su abogada, la joven asistió a la audiencia vestida de blanco.
Ahí, el juez retomó la teoría del Ministerio Público, que amparado en grabaciones de cámara de seguridad, testimoniales, exámenes periciales y mensajes de celular, expuso que al salir de su hogar, Rosario se habría encontrado con Ana Cristina, con quien sostenía una relación sentimental, por lo que aceptó abordar un auto Polo Negro que ésta conducía y en el que se trasladaron hasta el lugar del crimen.
El 19 de noviembre de ese año, se cumplimentó la orden de aprehensión en su contra, pero su defensa argumentó tener datos de prueba de que la joven señalada se encontraba en otro sitio al momento de los hechos.
Las posturas se expondrán de manera oral en un plazo todavía no determinado ante un Tribunal de Enjuiciamiento, pero en tanto la madre de María Rosario, clamó justicia y pidió la máxima pena para quien resulte responsable de arrancarle la vida a su hija.
Con lágrimas en los ojos, Bertha buscó ansiosa a los periodistas presentes en la audiencia. Su hijo Edgar, respaldó su postura, seguros de “que si hay olvido no hay justicia”.
Bertha es una mujer que se dedica a realizar limpieza en casas, su esposo es un hombre discapacitado a quien Rosario atendía, “no era enfermera de estudio sino lo traía en la sangre”, señaló su madre, que orgullosa mostró las fotografías en vida de la cuarta de sus 5 hijos.
Relatan que conocían a la hoy imputada y sabían de la relación sentimental con Rosario, que además “tenía muchos amigos”; descartan cualquier problema de su hija con otra persona y aseguraron ser una familia conocida en Santiago Undameo y “muy querida”.
Las voces de madre y hermano se quiebran al recordar la pérdida; la indignación también los invade al recapitular la actitud de la presunta responsable de la muerte de su hija durante la audiencia.
“Se me hace una falta de respeto que la imputada se esté riendo durante la audiencia, que ni siquiera tenga respeto, porque ahí se está riendo con su defensa, burlándose con su defensa, no sé si sea la asesina pero es una imputada”.
“Esta muchacha piensa que nada más acabó la vida de mi hermana”, afirma Edgar, “acabó la vida de todos nosotros”, segunda Bertha, “nos arrancaron la vida, nos destrozaron a todos”.
Claman justicia para Rosario, “pero no solo para ella, queremos justicia para todas y como le digo, las marchas no son para las que están muertas, porque ya no se puede hacer nada, son para las que están vivas”.