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Nudos de la vida común. Degeneración en generación 2da parte

Los padres de familia hablan de la nueva generación como si nada tuvieran que ver con ella

 – Autor desconocido

Sin duda, la perspectiva de vida de las diferentes generaciones tiene prioridades que contrastan entre sí. Como comentábamos en una edición anterior, la generación boomer -que ahorita anda entre los 60 y 80 años de edad- están comprometidos con su ideología, misma que no están dispuestos a negociar.  Viven un vínculo muy fuerte con aquello con lo que se identifican, como puede ser la empresa donde han pasado la mayor parte de su vida o bien, con una filiación política, un personaje público o la profesión de una fe.

La lealtad a estos vínculos o instituciones encabeza la jerarquía de valores de la generación boomer. Ellos han apostado su vida en ello, y buscan validarla, defendiéndola de una manera casi obsesiva.  |

Desde el punto de vista laboral, los boomers viven una etapa conocida como el “legado”, en la que su motivación es trascender, dejar una huella permanente una vez que se hayan retirado. Por esta razón presentan tanta resistencia a los cambios, nuevas ideas, y a ceder el poder, pues perciben que amenazan su esencia. Su arraigo y defensa a los valores tradicionales les impiden ver ciertas falacias que los sustentan, como la desigualdad entre géneros, razas, habilidades, niveles socioeconómicos y culturales, entre otros.

En el caso de la generación X – entre los 40 y 60 años -, más que lealtad a su empresa, la tienen a su profesión o a su oficio. Se trata de un grupo generacional que compró la idea de que una profesión les permitiría la movilidad social, reduciendo a ella tanto su identidad como su perspectiva de vida. Su ocupación laboral es la respuesta a todas las preguntas de la vida – ¿qué consumir? ¿qué da satisfacción en la vida? ¿cómo “ser alguien”?- que por sí mismas tampoco representan mayor complejidad. Como se acostumbraron a torear diferentes crisis (bélicas, económicas y sociales), buscan la gratificación inmediata a través del consumo y tener seguridad en su vida.

De esta generación se dice que fue la última que fue regañada por sus padres y la primera en ser regañada por sus hijos, situación que la pone en una doble sumisión, pocas aspiraciones y un pensamiento superficial por lo cual se le dió la denominación que tiene. Este grupo poblacional, si bien tiende al conformismo, funciona como un buen catalizador entre las generaciones que lo rodean, pues ha tenido que adaptarse a los cambios, no solo en lo tecnológico, sino también en lo social e ideológico.

La generación X, aunque con menos fervor que los boomers, tiene ideas muy firmes sobre lo que es bueno y lo que es malo, y con base en ello generan un juicio sobre las personas. Lo toman como parámetro para evaluar su dignidad y de esta manera muchas veces buscan autoconvencerse de que están del lado de los buenos.

Los millennials – actualmente entre los 25 y 40 años aproximadamente -, privilegian la calidad de vida. El futuro incierto sobre su edad mayor al no haber un sistema de pensiones que les garantice nada y un individualismo proveniente de la sobreprotección que vivieron como infantes, los lleva a un estilo de vida enfocado en la acumulación de experiencias más que en la formación de un patrimonio y de hecho, retan el rol tradicional de la familia.  Llenan su necesidad de socialización con la pertenencia a comunidades que se identifican con algún ideal valioso: la protección animal, el veganismo, la defensa ambiental, el deporte intenso, entre otros, lo cual adoptan como una forma de rebelarse al conformismo y comodidad de la generación que les antecede.

En el ámbito laboral, el millennial sufre del síndrome de Peter Pan[1]: buscan contratarse en una empresa donde puedan aprender, más que ir a contribuir. No les motiva ni la pertenencia de los boomers ni la seguridad de los X, sino más bien propósitos organizacionales trascendentes y valiosos. Necesitan creer que están trabajando para limpiar el mundo de lo que fue ensuciado por sus predecesores.

Mientras que los boomers emprendieron negocios para crear un sustento para sus familias y los X lo heredaron, los millennials deciden iniciar sus propios negocios por razones distintas: una, lograr autonomía sobre el uso de su tiempo y libertad financiera, y dos, buscar su propio valor en su capacidad de innovación al romper el molde de lo ya establecido.

Los centennials en estos momentos se encuentran en la infancia y adolescencia. Esta generación desafía frontalmente a los boomers y los X en su concepto de dignidad humana, pues creen en la igualdad sin restricciones, el respeto a cualquier creencia sin importar que sea opuesta a la propia y están a favor de la diversidad en todas sus expresiones.  Son incrédulos ante lo que se concibe como una ley natural y más bien luchan contra ella. La consideran prejuiciosa por ser un conjunto de construcciones sociales que se imponen sobre la libertad.

Según Howe y Strauss, los arquetipos de las generaciones se repiten de manera cíclica debido a que las generaciones jóvenes tratan de arreglar o compensar los excesos de la generación que se encuentra a cargo mientras ellos están en su juventud temprana[2]. De esta forma,  los millennials han sido el dolor de cabeza de los boomers, mientras que los centennials han sido la preocupación de los X.

Ciertamente, las nuevas generaciones tienen valores, comportamientos y aspiraciones muy diferentes a las anteriores. Es famosa la interrogante que cuestiona qué hijos le estamos dejando al mundo en lugar de pensar en qué mundo les estamos dejando a los hijos. Pero si me permiten disentir, creo que el verdadero desatino de las generaciones boomer y X hubiera sido criar generaciones iguales a las nuestras. Hemos criado generaciones capaces de ver nuestros errores, pero sobre todo, capaces de enmendarlos. Son las generaciones de la igualdad, de la justicia, del cuidado de los ecosistemas y del respeto a los derechos humanos. No todos los jóvenes nos han salido bien: en la búsqueda de su propia fórmula mantienen discursos de superioridad sobre los que son distintos, pero cada vez los criterios de diferenciación se difuminan más. Empero, no perdamos de vista que como siempre, lo dañino, lo que destruye, lo que refleja las sombras del ser humano es lo que grita más, pero no lo que define a la generación.

Aún cuando no haya sido intencional, sino más bien por reacción a lo que les hemos legado, las generaciones más jóvenes vienen equipadas para poner un alto a la polarización, a la intolerancia, a la falta de conciencia sobre la realidad del otro y del entorno. Quizás logremos un pase de estafeta hacia la evolución y la construcción de una civilización más humana y justa, redimiendo nuestros fallos. Esa es la esperanza.

[1] Un conjunto de síntomas donde el adulto parece resistirse a madurar, asumiendo responsabilidad por su vida y la de las generaciones que le siguen.

[2] https://www.lifecourse.com/about/method/generational-archetypes.html

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