En ocasiones las palabras no tienen tanta fuerza como lo tiene el silencio, ese silencio es la ausencia de quien extrañamos y que duele nombrarle porque ya no esta presente, que su ausencia fue extinguida por el uso de la fuerza, fue arrancada violentamente, fue asesinada viendo aterrada quien lo perpetraba, ese silencio duele porque esos niños y niñas le lloran a su madre que no podrá acunarlos nunca más, que también llaman a su padre y que tampoco puede venir, ya sea porque les abandono o simplemente este no podrá regresar por mucho tiempo.
Qué hacer con ese silencio, no hay comprensión alguna, porque ahora es el dolor el que se ha convertido en una moneda valiosa, en este mundo violento y patriarcal, el dolor es invaluable, no se requiere ser del crimen organizado ni del narcotráfico, acá en las personas de a pie también se ha aprendido esto.
Eso no es amor, pero se hace nombrando que por amor se pierde la cabeza, no se odia, se ama y se cree dueño de esa mujer, aunque no la conozca, es mía posesivamente, se ejerce la dueñidad, se mercantiliza ese cuerpo que no me da pero que si vale y me hace pensar que así seré más “hombre”.
No aparece muerta, la matan y la arrojan ahí, se esconde la barbarie bajo la sombra de la impunidad, me sirvo de los “señores” dueños de la plaza para ocultar mi cobardía, la culpo porque es más fácil hacerlo, aunque nadie me cree todos tienen que asentar horrorizados que así se arreglan los problemas de pareja aunque sean novios.
Tengo derechos hasta que me asesinan antes no los tuve, siempre se me quiso convencer de que los tenía sólo cuando se tenía que ejercer mi voto. Hablaron por mí sin preguntarme, nunca me creyeron, tuve que gritar varias veces y nadie vino en mi ayuda, guardé silencio porque ponía en riesgo a mis seres queridos, me acusaron de guardar silencio, estaba confundida.
Me obligan a querer algo que es producto del odio y la violencia, tengo que amar algo que no quiero, me crece la panza y tengo 9 años, me obligan a continuar aunque muera, no es pobreza, no es ignorancia es encubrimiento también tuyo que ahora me lloras.
No quiero que me cuenten muerta, asesinada, destruida, me opongo, no me importa si son 3 o 20 o más de 100, lo que quiero es que lleguen a tiempo, quiero que me digan que eso que él hace no está bien, quiero que lo regañen, que le peguen como a mí me pega, quiero que sienta dolor, que se muera igual que yo, pero yo no puedo porque dejaría a mis hijos e hijas sin su padre y como yo no lo tuve no les puedo hacer eso.
Simplemente me atacó, iba caminando y me violó, me arrancó la ropa, la tocó en la calle, me vio feo y aprendí que no podía ir sola en la calle, me reprobó y quería que fuera al hotel con él, me besó para que pasara la materia tuve que hacerlo, sentí asco, me sentí indigna, no le puedo decir a nadie, quiero huir.
Me quedé callada, ellas siempre han hablado.
Son ellas las que exigen algo, NI UNA MÁS.
